Regalos de Dios
A Eduardo Roldós Arosemena
En un amanecer de hoy
un pajarito cantor
me regaló su cantar
y me dio sus buenos días.
Al asomarme al balcón
de la habitación del Hotel
en donde estoy hospedado
contemplé su contorno.
Al mirar a plenitud
la grandeza y esplendor
de nuestro Océano Pacífico
y sus playas majestuosas;
y sus cerros costaneros
llenos de árboles frondosos
y de flores tan divinas
en eterna primavera;
me recordé de mil cosas
tan diversas, tan hermosas,
tan lejanas en el tiempo,
tan cercanas en el alma.
Ahora que estoy aquí
viendo a la naturaleza,
a la creación y belleza
de este lugar tropical
me regocijo en tener
el afecto de mis Hijos,
a mi patria ecuatoriana,
y a estos Regalos de Dios.
San Pedro (Ruta del Sol), octubre 12 del 2003
A Eduardo Roldós Arosemena
En un amanecer de hoy
un pajarito cantor
me regaló su cantar
y me dio sus buenos días.
Al asomarme al balcón
de la habitación del Hotel
en donde estoy hospedado
contemplé su contorno.
Al mirar a plenitud
la grandeza y esplendor
de nuestro Océano Pacífico
y sus playas majestuosas;
y sus cerros costaneros
llenos de árboles frondosos
y de flores tan divinas
en eterna primavera;
me recordé de mil cosas
tan diversas, tan hermosas,
tan lejanas en el tiempo,
tan cercanas en el alma.
Ahora que estoy aquí
viendo a la naturaleza,
a la creación y belleza
de este lugar tropical
me regocijo en tener
el afecto de mis Hijos,
a mi patria ecuatoriana,
y a estos Regalos de Dios.
San Pedro (Ruta del Sol), octubre 12 del 2003
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