martes, mayo 09, 2006

Le agradezco a Dios

A mi Madre Rosa María Garcés de Roldós


Las lágrimas del cielo
dejaron de caer
así cesó de llover
y yo dejé de llorar
mi pena por tu ausencia.
El Sol ha comenzado
a calentar el día
y esa nube gris
que todo lo cubría
se va para otro lado.
Se divisan entre sombras
las aves que llegan
alegrando el paisaje.
Las palmeras tienen
el vaivén que les da
la brisa tropical.
La ciudad nuevamente
vuelve a su trajinar:
dadivosa y desprendida,
ruidosa y aguerrida.
Desde el balcón
de mi apartamento
disfruto en mi interior
la suerte de vivir
un nuevo amanecer:
aunque tú no estás
y nunca volverás
le agradezco a Dios
haber sido tu Hijo.


Guayaquil, marzo 7 del 2004